PROYECCIONES DE CAJA EN TIEMPOS DE COVID-19 (I)

PROYECCIONES DE CAJA EN TIEMPOS DE COVID-19 (I)

Durante nuestros años en la Tesorería corporativa, de todos los KPIs importantes para la dirección financiera, había uno que sobresalía: EBITDA.
Todos los informes pivotaban entorno a este indicador y muchas ratios de gestión del negocio lo incluían.


Sin duda es un indicador clave. Una organización incapaz de cubrir sus gastos operativos está abocada al fracaso.


Sin embargo, nuestra mente forjada en la Tesorería siempre echaba en falta una mayor atención a todo lo que sucedía por debajo del EBITDA (y algo de lo que sucedía por encima).

La proyección de flujos de caja era un ejercicio tedioso, complicado, aburrido, y más bien parte del ejercicio de cálculo de presupuesto a largo plazo. Algo que sucedía quizá dos veces al año.
Sirve para tomar decisiones estratégicas y de financiación a largo plazo, pero no sirve para la actividad de su principal destinatario, el tesorero.

En mi opinión, hay dos razones principales por las que las proyecciones de flujo de caja detalladas han sido tradicionalmente descuidadas. En este primer artículo, exponemos la primera de las razones:

  • La proyección de flujos de caja se ha desarrollado tradicionalmente a vista de pájaro, para tener una visión estratégica de la empresa.
    Junto con la proyección del EBITDA, sirve para tener una predicción a grandes rasgos de los flujos de caja libre.
    Esto era suficiente. Sin embargo, esta visión no permite tomar decisiones correctamente sobre el terreno en el que el tesorero debe actuar: optimización del capital circulante.

Contabilidad vs Tesorería

Cada crisis es un recordatorio de un concepto comúnmente mencionado, pero después rápidamente olvidado: “cash is king”.


Tras la crisis de 2008, la lluvia de liquidez por parte de los bancos centrales y los tipos de interés negativos, parecía que el efectivo era algo de lo que las empresas no debían preocuparse.


El crecimiento del EBITDA como objetivo y unos flujos de caja libre suficientes calculados a posteriori, eran el estándar de buena gestión en una época de crecimiento económico.


Sin embargo la crisis del COVID-19 ha mostrado la relevancia de una buena gestión y proyección de los flujos de caja.
Con una visión certera de los mismos, el tesorero es capaz de tomar decisiones sobre el cobro y pago de facturas, necesidad o no y tiempo de líneas de financiación a corto plazo, control de la estrategia de cobertura en caso de operaciones en varias divisas, control sobre las comisiones bancarias aplicadas, etc.


En definitiva, un control sobre aquellas partidas por debajo del EBITDA que permiten maximizar los flujos de caja libre.


Cierto es que algunas partidas son más fácilmente controlables e identificables, ya que son más obvias. Hablo por ejemplo de la comisión de mantenimiento en la cuenta corriente, o la comisión de disponibilidad en la línea de crédito.


Otras lo son menos. Un ejemplo claro sería la comisión que el banco carga en las operaciones de divisa. Estas comisiones no son cargadas de forma regular como parte de un contrato de servicios, ni desglosada y de forma independiente. Son cargadas en el tipo de cambio que el banco te proporciona, por lo que el cliente no es consciente de ellas.

En esta época que vivimos, el control exhaustivo de la caja y su proyección detallada y desglosada por día que permita al tesorero tomar decisiones, puede ser la barrera que separa a una empresa del abismo.

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